Héroes
12-12-2011
Sandra se levantó encogida por el frio, estaba hecha polvo, tenia un catarro que lo arrastraba ya desde hacía dos semanas y no se lo quitaba de encima. Se puso su bata de franela rosa y salio de su habitacion hacia la cocina. Alli estaban todos, o casi todos porque Erik y Naia todavía no habían aparecido por casa. Sandra sintió una pena enorme al ver la silla de Erik vacia, pero se sentó intentando que eso no le doliera más. Estornudó sin poder evitarlo, causándole un agudo dolor en la cabeza. Fermin le revolvió el pelo de forma cariñosa.
- Madre mia Sandra que trancazo que llevas.
- La verdad es que llevo así desde hace dos semanas, estoy harta- Laura le miró preocupada.
- Tendremos que llevarte al medico, no puedes seguir así
- Eh, Laura no estoy de acuerdo y si el medico nota algo... ya sabes ¿qué?
- Ya Marcos, pero no puede seguir así. -Sandra acabó con la discursión.
- No os preocupéis ¿vale?, si esto es una tontería de catarro, en nada se me pasa.
- ¿Una tontería de catarro dos semanas, Sandra? tienes que ir al medico.
- Molaría un montón que uno de nosotros tuviera el poder de curar los catarros-dijó el pequeño Carlos.
- Tu tomate ya el colacao que vas a llegar tarde al colegio.
- Jo me da pena que Sandra ya no vaya con nosotros al cole..- comentó Helena.
- A mi también enana.
- Bueno, si no te recuperas pronto Sandra iras al medico. Lo siento Marcos pero Laura tiene razón- replicó Fermin.
Cuando terminó de desayunar subió a su cuarto, vió la cama de Erik vacia y volvió a sentir nostalgia. " maldita sea Sandra ¿no puedes dejar de pensar de él ni un momento?", no podía. Se vistió de forma muy simple un falda estampada y pasada de moda, una camisa blanca normal, un jersey de color azul que hacia tiempo que había perdido la forma, unas medias negras y unos zapatos comodos, se puso el abrigo y salió de casa
Hacia frió, estaba siendo uno de los otoños mas frios que ella recordaba. Ocultaba su cara tras una espesa y suave bufanda de la lana a juego con un gorro blanco. Bajo por la boca del metro, paso las taquillas, recorrió los largos pasillos y llego al anden. Pasaron unos minutos hasta que llegó el metro, pudo sentarse entre una anciana y un hombre con mala pinta, pero estaba agotada por el catarro y le dio igual.
Salio del metro, hacia la universidad, en esta parte de la ciudad hacia mucho mas frio y se arrebujó mas en su bufanda. Lo último que necesitaba era ponerse peor a causa del frío. Anduvo un par de minutos, vio a lo lejos una figura femenina, esbelta, de andares elegantes, como si flotase en el aire.
Vestia muy acorde a la moda pero con estilo y muy chic; unos vaqueros pitillos, botines negros con tacón, un abrigo negro cruzado muy entallado, un fular blanco con una vuelta al cuello y una boina negra ligeramente inclinada hacia un lado dejando su melena castaña al aire y llevaba una carpeta bastante gruesa en el ragazo. Pensó que era la tipica niña mona que solo iba a la facultad a lucir cuerpo y vestuario " lo que faltaba la nueva Didi"- pensó. A medida que se acercaba, pudo ver más de cerca su cara, era una chica joven de su edad mas o menos, de una belleza deslumbrante, ojos rasgados, nariz perfecta, una boca de labios sensuales. Cuando estuvieron lo sufiencientemnte cerca la una de la otra, la chica pisó una baldosa en mal estado con lo cual su pie quedo atrapado en el hueco, pero su cuerpo siguio avanzando, perdio el equilibrio y fue a darse de bruces con Sandra. Las dos calleron al suelo.
-!!Oh¡¡ lo siento, lo siento de vergdad, pergdonem !! que verggüenza¡¡, se me ha quedado el pie atrgapado en el hueco, lo siento muchisimo- dijo con apuro la joven mientras se levantanban- que puedo hacerg porg usted.
Sandra estaba aturdida- "Pues si que empieza bien el día"- pensó Sandra.
- No pasa nada- dijo Sandra muy cortada. Cayo en la cuenta del que el abrigo se le habia roto.
- Mon dieu¡¡ se le ha rgoto el habrgigo- dijo la joven.
- Oh, no pasa nada era viejo-dijo algo molesta.
-Se lo pago, es lo minimo que puedo hacer despues de habergla tirgado al suelo.
- No, no hace falta, ademas ya lo iba a tirar.
- Insisto, ¿como se llama?
- Sandra- dijo´- y por favor, no me trates de usted, no hace falta, si soy casi un niña- dijo casi suplicando.
La joven rió. Sandra se fijo mejor en la cara de la chica, tenia una belleza deslumbrante, ojos de color pardo o verde, unas pestallas largusimas los envolvian, debajo del ligero maquillaje se dejaba entrever un cutis de muñeca de porcelana.
- Lo siento, en Francia nos tratamos de usted si no nos concemos, pero eso tiene solucion, me llamo Arianne, como habras podido observar soy francesa y estoy aqui con mi padre que le han destinado aqui, en España.
En ese momento Sandra solto un tremendo estornudo, sobresaltando a la chica.
-¿Estas mala?
- ¿Se nota tanto?- era obvio que si se notaba- hace una eternidad que estoy así.
-:Pogbecita....bueno lo siento mucho pergo me tengo que irg, llego targde a clase de biologia.
Sin que Sandra lo pudiese evitar la francesa le dió dos besos en la mejilla.
Se despidieron y se alejaron por caminos opuestos. " vaya parece que no es como Didi, al menos es simpatica"- pensó Sandra aliviada.
Al cabo de un rato Sandra notó que su catarro habia desaparecido, respiraba bien, no le ardian los ojos y no tenia ni un solo dolor muscular tipicos de la fiebre, pero no le dio mucha importancia- "los antibioticos por fín "hacen efecto, tengo que decírselo a todos- pensó mientras entraba en su facultad.
A la salida, seguia haciendo mucho frio, no habia rastro del sol. Se dirigió hacia el metro, cuando un golpe seco la sobresalto. Miro a su alrededor, vio a un grupo de gente apelotonada. Fue a ver que habia pasado. Cuando llego, la gente estaba murmurando y con cara de tristeza y preocupación. Cuando se dispersaron, Sandra pudo ver a un chico joven que habia sido atropellado. Tenia la cara ensangrentada y muy mal aspecto.
En ese momento aparecio Arianne que exclamó algo en frances ,se arrodillo junto al chico que yacia en el suelo inmóvil.
-: Soy estudiante de medicina, algo prgode hacerg.- dijo muy segura de si misma.
Le exploro, le toco la cabeza junto el brazo que parecia estar roto.
Termino y dijo: Esta pergfectamente, no tiene nada en absoluto.
Para cuando llego la ambulancia, el joven atropellado se habia espabilado y estaba perfectamente, exceptuando el susto.
Mientras Sandra volvia a casa, sentada en uno de los asientos del vagon, pensaba en lo extraño que habia sido el día, en un principio no le podia dar una explicacion posible, pero a medida que le daba mas vueltas en su cabeza, más sentido le sacaba a lo que estaba pensando. Llegó a su casa y se encontró con Fermin que estaba haciendo no se que cosa entre un montón de papeles.
- ¿Como te va el catarro?
- Eh, bien, bueno se me ha curado de golpe. Fermin tengo que hablar contigo.
- Tu diras.
- Eh, bueno ha pasado una cosa rara y necesito la lista de los poderes posibles de los "no encontrados"
- ¿Has localizado a uno?
- Estoy por pensar que sí, pero tampoco estoy muy segura.
- Esta en mi despacho, cuando tengas suficiente información avísame.
- Vale- Sandra fue corriendo al despacho de Fermin y encontró la lista que estaba buscando. Despues de ojearla encontró lo que necesitaba " Bioquinesis: Habilidad para controlar la vida. Los Manipuladores Biológicos pueden curar, matar, alterar la composición del cuerpo y pueden hacer otras cosas relacionadas con el. Pueden hacerlo mediante el tacto... Personas con este poder: 10" Sonrió satisfecha, tenía que ser eso.
A la mañana siguiente se levanto con la decisión de hablar con la francesa. Se vistió muy deprisa , tomo un cafe solo y salió por la puerta sin despedirse de nadie.
Seguía haciendo un frio de muerte pero hacia un sol esplendido. Cuando llego a la facultad de medicina se dispuso a buscar a Arianne por todos los lugares. Pasó por el hall, no estaba, aula tras aula y no estaba, pregunto a alumnos a ver si la conocian o si la habian visto por algun lado pero nada.
Decepcionada ya, Sandra pensó en volverse a su casa e intentarlo al día siguiente, cuando una voz familar la llamo, era Arianne, lucia un poncho azul con cuello ribeteado de lana gris, unos leggins beiges, unas botas de color negro con tacón, un sombrerito gris estilo años veinte y unos guantes negros de cuero.
Sonreia de oreja a oreja, tenia una dentadura perfecta.
- Bon jour, que frgio hace verdad- dijo con si se conociesen de toda la vida.
- Si hace mucho frio, de los mas frio que recuerdo yo.
-¿Ya te encuentrgas mejorg de tu catarrgo?
-La verdad que si, se me ha ido completamente, estoy como una rosa.
- Me alegro- dijo con sinceridad.
Sandra cambio de tema bruscamente.
- ¿Que tal esta el chico atropellado?
- Oh, esta bien, le hiciergon una prguebas y paga casa.
-Menos mal, cuando yo le vi, pense que no estaba vivo.
- Yo tambien lo pense al prgincipio, pergo lo salve- dijo esto ultimo muy irónico.
- Si... eso mismo pienso yo- se estaba arriesgando pero no tenia otra opción, encontrar a los "no encontrados" era una prioridad.
La expresión de Arianne cambio por completo, su sonrisa se desvaneció, sus ojos expresaban miedo y frunció el ceño.
- ¿A que te rgefieres?- dijo con un tono muy frió.
Sandra ya habia soltado la bomba asi que decidió seguir.
- Ayer te conocí, tenia un catarro monumental, no se lo que me hiciste pero se me fue, en un principio pensé que era que los medicamentos que por fin hacían su efecto y no le dí importancia, fue hasta después del atropello cuando empecé a hilarlo todo. Se me cura el catarro enseguida después de cruzarme contigo y un chico que probablamente despues de ese atropello no se hubiese vuelto a levantar en su vida, se levantó como si nada después de haberle examinado tu misma.
Arianne lo escucho todo muy seria, no dijo una palabra.
- Casualidades de la vida.
- Yo no lo creo.
La miró fijamente a los ojos, pero la francesa la esquivo. Arianne suspiro y cerró lo ojos. Abrió la boca para decir algo pero no dijo nada. Sandra, al ver su estado de confusión decidió aclararle todo.
- Si, no creo en que haya sido una casualidad, digamos que a mi también me pasan cosas raras- Sandra la miró fijamente alos ojos- Yo en tu casó estaria haciendo muchas preguntas, te prometo que haré todo lo posible para explicártelo, no eres la única.- termino esto con una sonrisa.
Arianne la miró no supo porque pero Sandra le trasmitía confianza.
- Acompañame- dijo la francesa,Sandra sonrió y fue tras ella.
lunes, 28 de noviembre de 2011
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Silencio.
Héroes
11-9-11
El manto de nubes que cubría el horizonte ardía al ser alcanzado por los últimos rayos que el carro solar le arrojaba. Bandadas de golondrinas sobrevolaban las vías del tren, de tonos anaranjados y rosas bajo la luz del atardecer.
Pino dio una calada a su cigarro y expulsó el aire lentamente, observando como las volutas de humo se encogían sobre si mismas y se difuminaban hasta desaparecer, emborronando las figuras de los pájaros. Dentro de poco, las golondrinas migrarían al sur, a África, para pasar el invierno. El también se iba, aunque no a África, y tampoco emprendería su viaje con nadie. Ahora estaba solo, inmerso en una soledad absoluta y silenciosa; ya ni la realidad le acompañaba. Estaba viviendo un cuadro, tremendamente realista, pero cuadro después de todo.
Se sentía ligero. Las preocupaciones y el miedo le abandonaban al tiempo que lo hacía la vida, y liberado del espíritu el cuerpo flotaba sobre el aire. Tantas ganas tenía de escapar de su prisión, que Pino estaba muriéndose con anticipación, antes siquiera de tumbarse a descansar en las vías.
No era un suicidio. No era tampoco una eutanasia, a pesar de que todos los médicos del mundo habrían estado de acuerdo en diagnosticarle de romanticismo terminal.
Era solo que, una vez muerto Pino, no tenía sentido alguno conservar su cuerpo como si de un animal disecado se tratase, triste sombra de lo que una vez fue. Y por ello, había decidido librarles a todos de tener que hacerse cargo de la marioneta de carne en la que se estaba convirtiendo por momentos.
Escuchó un sonido metálico a lo lejos y miró en esa dirección. Brillante y majestuoso se acercaba el ángel que había de llevarle a descansar. Dormir. Descansar. Y sin sueños.
Las nubes se habían cerrado ahora completamente sobre el cielo. Ni un haz de luz se colaba ya a través del sudario de la ciudad, y la oscuridad se retiraba en desbandada solo al ser atacada por las huestes de farolas que bordeaban la calle a la espalda de Pino.
Un silencio sepulcral y cadavérico descendió a su alrededor. La existencia lo iba soltando lentamente, como una madre cariñosa que, meciendo a su bebé con ternura en los brazos, le canta una nana para que se duerma. El color se hundía bajo la oscuridad, el ruido sucumbía ante el silencio, y tenía en la boca un extraño sabor a polvo. Sin saberlo, Pino se estaba saboreando a si mismo.
Su sepulturero de hierro estaba muy cerca ya.
Pino se levantó, y echó de menos un bastón en que apoyarse. Era viejo, muy viejo. A sus dieciocho años, había sentido, pensado y vivido mucho más que otros que llegaban a los noventa.
Se acercó a las vías, esperando el momento preciso.
Aún no.
¿Le echarían de menos Erik y Sandra?
Aún no.
¿Cómo sería ser atropellado por un tren? ¿Lo mataría el primer impacto, o moriría aplastado y vomitando sangre bajo las ruedas?
Aún no.
¿Se casarían algún día?
Aún no.
¿Y si sobrevivía? ¿Podrían salvarlo los servicios de emergencia si, por casualidades de la vida, quedaba atrapado entre la maquinaria?
Aún no.
A lo mejor llamaban David a su primer hijo.
Aún no.
No. Ni siquiera el tenia tan mala suerte como para sobrevivir a semejante choque.
Ahora.
Un relámpago cayó, iluminando a Pino mientras éste saltaba a las vías. Y, recuperando la visión y el alma una última vez, sintió. En una postrera eyaculación pasional, ardió todo su corazón de odio, de amor, de tristeza, de alegría, de felicidad, de desesperación y de locura idealista. En un segundo, imaginó centenares de mundos, vivió decenas de vidas, y la amó a ella, y solo ella.
Y tras el violento y brutal ruido....
Silencio.
El Príncipe
11-9-11
El manto de nubes que cubría el horizonte ardía al ser alcanzado por los últimos rayos que el carro solar le arrojaba. Bandadas de golondrinas sobrevolaban las vías del tren, de tonos anaranjados y rosas bajo la luz del atardecer.
Pino dio una calada a su cigarro y expulsó el aire lentamente, observando como las volutas de humo se encogían sobre si mismas y se difuminaban hasta desaparecer, emborronando las figuras de los pájaros. Dentro de poco, las golondrinas migrarían al sur, a África, para pasar el invierno. El también se iba, aunque no a África, y tampoco emprendería su viaje con nadie. Ahora estaba solo, inmerso en una soledad absoluta y silenciosa; ya ni la realidad le acompañaba. Estaba viviendo un cuadro, tremendamente realista, pero cuadro después de todo.
Se sentía ligero. Las preocupaciones y el miedo le abandonaban al tiempo que lo hacía la vida, y liberado del espíritu el cuerpo flotaba sobre el aire. Tantas ganas tenía de escapar de su prisión, que Pino estaba muriéndose con anticipación, antes siquiera de tumbarse a descansar en las vías.
No era un suicidio. No era tampoco una eutanasia, a pesar de que todos los médicos del mundo habrían estado de acuerdo en diagnosticarle de romanticismo terminal.
Era solo que, una vez muerto Pino, no tenía sentido alguno conservar su cuerpo como si de un animal disecado se tratase, triste sombra de lo que una vez fue. Y por ello, había decidido librarles a todos de tener que hacerse cargo de la marioneta de carne en la que se estaba convirtiendo por momentos.
Escuchó un sonido metálico a lo lejos y miró en esa dirección. Brillante y majestuoso se acercaba el ángel que había de llevarle a descansar. Dormir. Descansar. Y sin sueños.
Las nubes se habían cerrado ahora completamente sobre el cielo. Ni un haz de luz se colaba ya a través del sudario de la ciudad, y la oscuridad se retiraba en desbandada solo al ser atacada por las huestes de farolas que bordeaban la calle a la espalda de Pino.
Un silencio sepulcral y cadavérico descendió a su alrededor. La existencia lo iba soltando lentamente, como una madre cariñosa que, meciendo a su bebé con ternura en los brazos, le canta una nana para que se duerma. El color se hundía bajo la oscuridad, el ruido sucumbía ante el silencio, y tenía en la boca un extraño sabor a polvo. Sin saberlo, Pino se estaba saboreando a si mismo.
Su sepulturero de hierro estaba muy cerca ya.
Pino se levantó, y echó de menos un bastón en que apoyarse. Era viejo, muy viejo. A sus dieciocho años, había sentido, pensado y vivido mucho más que otros que llegaban a los noventa.
Se acercó a las vías, esperando el momento preciso.
Aún no.
¿Le echarían de menos Erik y Sandra?
Aún no.
¿Cómo sería ser atropellado por un tren? ¿Lo mataría el primer impacto, o moriría aplastado y vomitando sangre bajo las ruedas?
Aún no.
¿Se casarían algún día?
Aún no.
¿Y si sobrevivía? ¿Podrían salvarlo los servicios de emergencia si, por casualidades de la vida, quedaba atrapado entre la maquinaria?
Aún no.
A lo mejor llamaban David a su primer hijo.
Aún no.
No. Ni siquiera el tenia tan mala suerte como para sobrevivir a semejante choque.
Ahora.
Un relámpago cayó, iluminando a Pino mientras éste saltaba a las vías. Y, recuperando la visión y el alma una última vez, sintió. En una postrera eyaculación pasional, ardió todo su corazón de odio, de amor, de tristeza, de alegría, de felicidad, de desesperación y de locura idealista. En un segundo, imaginó centenares de mundos, vivió decenas de vidas, y la amó a ella, y solo ella.
Y tras el violento y brutal ruido....
Silencio.
El Príncipe
martes, 25 de octubre de 2011
¿Matar por amor?
Héroes
10-09-2011
Eran las 10:00 de la mañana y todos los alumnos estaban ya en el comedor para desayunar. Muchos de ellos cogían las bandejas y elegían lo que querían. Había una gran variedad de comidas típicas de desayuno: tostadas, zumos de distintas clases, café, chocolate, leche, salchichas... Sandra entró en el comedor. Tenía los ojos rojos e hinchados, lo que no hacía sino resaltar sus oscuras ojeras de color morado. No había dormido en toda la noche, y le dolía la cabeza de tanto llorar. Llevaba el pelo recogido en un moño deshecho, parecía que no se había peinado y posiblemente no lo había hecho. ¿Para qué molestarse?
Agarró una de las bandejar y se fue a servir el desayuno. No cogió mucho porque apenas tenía hambre, solo un té para espabilarse y un par de galletas.
- ¿Sandra....podemos hablar un momento? -ella alzó la cabeza para mirarle a los ojos, pero en vez de decirle nada se giró y fue a buscar un sitio para sentarse. No pensaba hablarle, él le había colgado la noche anterior y eso le había molestado. Odiaba que la dejaran con la palabra en la boca. Pino suspiró y la siguió a una distancia prudencial, por si acaso se le ocurría darse la vuelta y tirarle el té encima. Sandra se sentó en una mesa apartada, como siempre.
- ¿Sigues enfadada? -Sandra asintió, ¿no era obvio? Después mojó una de las galletas en el té y se la llevo a la boca.
- ¿Hay algo que pueda hacer para arreglarlo? -ante su muda indiferencia, continuó con su súplica.- Sandra yo... lo siento muchísimo. -Sandra se llevó la taza de té a los labios. La única señal de que seguía escuchando a Pino era el ligero temblor que agitaba sus manos.
- Ayer me colgaste -Pino se sorprendió, no esperaba escuchar ese reproche por parte de Sandra.
- Ya, lo sé y lo siento. Es que....no se, no podía soportar lo que me dijiste. Lo de que no sabias si me volverías a querer igual. No puedo soportar esa idea.
- Ya, ni yo la de que mi mejor amigo sea un asesino- contestó ella con brusquedad.
- No pienses en eso entonces. Por favor Sandra, eres lo más importante que tengo en este mundo -Sandra se metió la galleta en la boca y masticó con lentitud. Pino no podía soportar ese silencio incómodo.
- No me ignores por favor
- No te ignoro, estoy desayunando, ¿no lo ves? -en otro contexto, Pino quizás hasta se habría reído de lo sarcástico de su comentario.
- Vale. Pues....¿hay algo que pueda hacer para arreglar lo ocurrido?
- Mostrar arrepentimiento y dejar de hacerlo- las palabras sonaron débiles, como si fueran una súplica o un ruego más que una orden.
- Arrepentimiento puedo mostrarlo por haberte hecho daño, pero no puedo dejar de hacerlo- aquellas palabras molestaron a Sandra, era como si Pino le acabara de confirmar otra vez que era un asesino y que le daba igual serlo.
- Pues si vas a seguir matando , no tengo nada de que hablar- Sandra se levantó, pero antes de poder irse Pino le agarró de la mano.
- Sandra, por favor, no puedo soportar la idea de que me dejes, pero mucho menos la idea de que te hagan daño.
- Pues ya sabes el precio que pagas- Sandra volvió a hacer ademán de irse pero una vez más Pino se lo impidió.
- Sandra....-sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas- , por favor.
Sandra le miró y sintió pena por el pero no podía soportar todo lo que estaba pasando. Le había decepcionado. Se sentó y dio otro sorbo al té.
- Sandra, dime algo, por Dios -Pino ya no sabía qué hacer para que ella le perdonara, pero no pensaba rendirse, no iba a perderla bajo ninguna circunstancia.
-¿Qué quieres que te diga? , ya hemos hablado suficiente de esto -su voz empezó a quebrarse- y ayer me colgaste. No hay nada más de que hablar -Sandra se levantó con brusquedad de la mesa y cogió la bandeja. Pino fue tras ella.
-No, no hemos hablado suficiente de esto.No habremos hablado suficiente hasta que no me hayas perdonado.
Sandra dejó la bandeja en el sitio indicado y después se topó con la mirada de Pino. Pino estuvo a punto de retroceder, como si los ojos de Sandra le empujasen hacia atrás. Unos ojos llenos de decepción, tristeza, enfado y....¿miedo? ¿Sandra tenía miedo de el? Pino sintió pavor ante esa certeza. La chica de la que estaba enamorado no solo no le correspondía, sino que le temía.
Debía arreglarlo.
Y cuanto antes.
-Sandra, yo....te juro que no volvere a hacerlo, te lo juro, no volveré a cazarlos, pero por favor háblame.
Las lagrimas se empiezan a arremolinar en los ojos de Sandra, pero esta vez no es por causa de tristeza, es por la emoción. No aguanta más. Se abalanza sobre él y le da un abrazo. Eso pilla a Pino desprevenido pero a pesar de eso corresponde al abrazo estrechándola con fuerza entre sus brazos. Ella llora aliviada sobre su pecho.
- Gracias- Le susurra al oído. Ella oye esas palabras y continua llorando. Su llanto suena poco porque esta amortiguado por el cuerpo de Pino, pero es intenso.
-Ya, ya, no pasa nada....tranquila preciosa, estoy aquí.....seguire siempre aquí....tranquila.- Pino le da golpecitos en la espalda para intentar consolarla.
- Sandra,venga tranquila- Pero ella no para de llorar y no le suelta. Aún sigue abrazada a él. Se siente bien en sus brazos, protegida, como si nada malo pudiera pasarla.
-Sandra, venga, vamos- Pino le dió un beso en pelo, la apartó un poco y le secó las lagrimas con el dorso de la mano. Ella le miró con sus ojos castaños todavía empañados.
- Pino yo... lo siento- Seguía llorando, cerró los ojos intentando evitar que le salieran mas lágrimas- He sido muy injusta contigo. Te prometí que no te dejaría solo y ademas sólo lo haces para protegernos.
-No te preocupes, sé que te preocupas por mi y siento haberte hecho sufrir así, tranquila preciosa- Pino le dio otro beso pero esta vez en la mejilla y le acarició el pelo con ternura. Sandra no pudo evitar sonreír ante esas muestras de cariño.
- Es que lo que pasa es que se me juntan muchos miedos.- Sandra intentaba excusarse.- Miedo a perderte, a que te maten , a que cambies y te conviertas en una persona fría y despiadada, bueno.... en un asesino.
-Nunca cambiaré, Sandra, y si cambio no cambiara lo que siento por ti nunca. Me convierta en lo que me convierta en este mundo jamás dejaré de amarte.- Sandra se enrojece levemente.
- Siempre estaré ahí, y además si no estoy, siempre puedes acordarte de mi, ya sabes que tengo poder sobre los recuerdos. De todas formas nunca te dejare sola, mientras estés conmigo, mientras tu no seas la que me abandone.- Sandra meditó las palabras de Pino.
- Y he estado apunto de hacerlo...- Pino puso cara de terror.
- No digas eso, pequeña.
10-09-2011
Eran las 10:00 de la mañana y todos los alumnos estaban ya en el comedor para desayunar. Muchos de ellos cogían las bandejas y elegían lo que querían. Había una gran variedad de comidas típicas de desayuno: tostadas, zumos de distintas clases, café, chocolate, leche, salchichas... Sandra entró en el comedor. Tenía los ojos rojos e hinchados, lo que no hacía sino resaltar sus oscuras ojeras de color morado. No había dormido en toda la noche, y le dolía la cabeza de tanto llorar. Llevaba el pelo recogido en un moño deshecho, parecía que no se había peinado y posiblemente no lo había hecho. ¿Para qué molestarse?
Agarró una de las bandejar y se fue a servir el desayuno. No cogió mucho porque apenas tenía hambre, solo un té para espabilarse y un par de galletas.
- ¿Sandra....podemos hablar un momento? -ella alzó la cabeza para mirarle a los ojos, pero en vez de decirle nada se giró y fue a buscar un sitio para sentarse. No pensaba hablarle, él le había colgado la noche anterior y eso le había molestado. Odiaba que la dejaran con la palabra en la boca. Pino suspiró y la siguió a una distancia prudencial, por si acaso se le ocurría darse la vuelta y tirarle el té encima. Sandra se sentó en una mesa apartada, como siempre.
- ¿Sigues enfadada? -Sandra asintió, ¿no era obvio? Después mojó una de las galletas en el té y se la llevo a la boca.
- ¿Hay algo que pueda hacer para arreglarlo? -ante su muda indiferencia, continuó con su súplica.- Sandra yo... lo siento muchísimo. -Sandra se llevó la taza de té a los labios. La única señal de que seguía escuchando a Pino era el ligero temblor que agitaba sus manos.
- Ayer me colgaste -Pino se sorprendió, no esperaba escuchar ese reproche por parte de Sandra.
- Ya, lo sé y lo siento. Es que....no se, no podía soportar lo que me dijiste. Lo de que no sabias si me volverías a querer igual. No puedo soportar esa idea.
- Ya, ni yo la de que mi mejor amigo sea un asesino- contestó ella con brusquedad.
- No pienses en eso entonces. Por favor Sandra, eres lo más importante que tengo en este mundo -Sandra se metió la galleta en la boca y masticó con lentitud. Pino no podía soportar ese silencio incómodo.
- No me ignores por favor
- No te ignoro, estoy desayunando, ¿no lo ves? -en otro contexto, Pino quizás hasta se habría reído de lo sarcástico de su comentario.
- Vale. Pues....¿hay algo que pueda hacer para arreglar lo ocurrido?
- Mostrar arrepentimiento y dejar de hacerlo- las palabras sonaron débiles, como si fueran una súplica o un ruego más que una orden.
- Arrepentimiento puedo mostrarlo por haberte hecho daño, pero no puedo dejar de hacerlo- aquellas palabras molestaron a Sandra, era como si Pino le acabara de confirmar otra vez que era un asesino y que le daba igual serlo.
- Pues si vas a seguir matando , no tengo nada de que hablar- Sandra se levantó, pero antes de poder irse Pino le agarró de la mano.
- Sandra, por favor, no puedo soportar la idea de que me dejes, pero mucho menos la idea de que te hagan daño.
- Pues ya sabes el precio que pagas- Sandra volvió a hacer ademán de irse pero una vez más Pino se lo impidió.
- Sandra....-sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas- , por favor.
Sandra le miró y sintió pena por el pero no podía soportar todo lo que estaba pasando. Le había decepcionado. Se sentó y dio otro sorbo al té.
- Sandra, dime algo, por Dios -Pino ya no sabía qué hacer para que ella le perdonara, pero no pensaba rendirse, no iba a perderla bajo ninguna circunstancia.
-¿Qué quieres que te diga? , ya hemos hablado suficiente de esto -su voz empezó a quebrarse- y ayer me colgaste. No hay nada más de que hablar -Sandra se levantó con brusquedad de la mesa y cogió la bandeja. Pino fue tras ella.
-No, no hemos hablado suficiente de esto.No habremos hablado suficiente hasta que no me hayas perdonado.
Sandra dejó la bandeja en el sitio indicado y después se topó con la mirada de Pino. Pino estuvo a punto de retroceder, como si los ojos de Sandra le empujasen hacia atrás. Unos ojos llenos de decepción, tristeza, enfado y....¿miedo? ¿Sandra tenía miedo de el? Pino sintió pavor ante esa certeza. La chica de la que estaba enamorado no solo no le correspondía, sino que le temía.
Debía arreglarlo.
Y cuanto antes.
-Sandra, yo....te juro que no volvere a hacerlo, te lo juro, no volveré a cazarlos, pero por favor háblame.
Las lagrimas se empiezan a arremolinar en los ojos de Sandra, pero esta vez no es por causa de tristeza, es por la emoción. No aguanta más. Se abalanza sobre él y le da un abrazo. Eso pilla a Pino desprevenido pero a pesar de eso corresponde al abrazo estrechándola con fuerza entre sus brazos. Ella llora aliviada sobre su pecho.
- Gracias- Le susurra al oído. Ella oye esas palabras y continua llorando. Su llanto suena poco porque esta amortiguado por el cuerpo de Pino, pero es intenso.
-Ya, ya, no pasa nada....tranquila preciosa, estoy aquí.....seguire siempre aquí....tranquila.- Pino le da golpecitos en la espalda para intentar consolarla.
- Sandra,venga tranquila- Pero ella no para de llorar y no le suelta. Aún sigue abrazada a él. Se siente bien en sus brazos, protegida, como si nada malo pudiera pasarla.
-Sandra, venga, vamos- Pino le dió un beso en pelo, la apartó un poco y le secó las lagrimas con el dorso de la mano. Ella le miró con sus ojos castaños todavía empañados.
- Pino yo... lo siento- Seguía llorando, cerró los ojos intentando evitar que le salieran mas lágrimas- He sido muy injusta contigo. Te prometí que no te dejaría solo y ademas sólo lo haces para protegernos.
-No te preocupes, sé que te preocupas por mi y siento haberte hecho sufrir así, tranquila preciosa- Pino le dio otro beso pero esta vez en la mejilla y le acarició el pelo con ternura. Sandra no pudo evitar sonreír ante esas muestras de cariño.
- Es que lo que pasa es que se me juntan muchos miedos.- Sandra intentaba excusarse.- Miedo a perderte, a que te maten , a que cambies y te conviertas en una persona fría y despiadada, bueno.... en un asesino.
-Nunca cambiaré, Sandra, y si cambio no cambiara lo que siento por ti nunca. Me convierta en lo que me convierta en este mundo jamás dejaré de amarte.- Sandra se enrojece levemente.
- Siempre estaré ahí, y además si no estoy, siempre puedes acordarte de mi, ya sabes que tengo poder sobre los recuerdos. De todas formas nunca te dejare sola, mientras estés conmigo, mientras tu no seas la que me abandone.- Sandra meditó las palabras de Pino.
- Y he estado apunto de hacerlo...- Pino puso cara de terror.
- No digas eso, pequeña.
- Es verdad, casi te dejo solo...
- ¿Hubieras dejado de hablarme por esto?- Pino no quería creerse eso.
- Pensaba hacerlo, estaba convencida. La simple idea de que seas un asesino me da miedo.
- ¿Por qué? Tu nunca tendrás que tener miedo de mi.
-Ya, pero es a perderte, a que ya no estés a mi lado. No puedo.Te necesito, Pino.
-Ya te he dicho que siempre estaré contigo. Ni siquiera la muerte me separara de ti. Seguiré en tu memoria,
dispuesto a acudir cuando me llames. Y...yo también te necesito, Sandra- Ella le sonríe, ya está feliz.
- ¿Lo prometes? - le pregunta divertida.- ¿Me prometes que siempre vas a estar a mi lado?
- Te lo juro. Estaré siempre a tu lado. Mientras tu me quieras en el, claro.
- Siempre te querré a mi lado, Pino, siempre. Y, ¿sabes qué?, que me da igual que seas un asesino, me da igual, porque te quiero, y...
- Yo... - Los ojos de Pino se empezaron a empañar.- Gracias- Abrazó a Sandra con todas sus fuerzas. Sandra correspondió a su abrazo.
- Gracias a ti, por haber insistido y no haberme mandado a la mierda después de todo esto.
- No podria haberlo hecho, Sandrita. Tú eres parte de mi, hacerlo sería como si me hubiese arrancado un brazo. No, -Pinó lo pensó mejor.- hubiera sido peor,mucho peor,como arrancarme el corazón.
Sandra estaba emocionada, nunca nadie le había dicho algo tan bonito.
Sandra estaba emocionada, nunca nadie le había dicho algo tan bonito.
- Empiezo a pensar que tu también eres parte de mi.
- Pues claro, preciosa - Pino sonrió y señaló al corazon de Sandra- Porque estoy aquí, con tus sentimientos-señaló ahora su cabeza- y aquí, con tu memoria.
Sandra le da un beso en la mejilla.
Sandra le da un beso en la mejilla.
- Te quiero, Pino.
- Y yo a ti Sandra.
- Siento haberte tratado tan mal.- dijo Sandra totalmente arrepentida.
- Y yo siento haberte preocupado.
- Oye, gracias por haberlo contado, seguro que no ha sido nada fácil para ti y gracias por protegerme y protegernos.
- Gracias a ti por existir, Sandra, gracias a ti por ser mi luna y mis estrellas, por iluminar mi noche.- Sandra volvió a enrojecer a causa de las palabras de Pino.
- Sandra necesito preguntarte una cosa que he estado dándole vueltas, ¿qué es eso que me dijiste que a veces pensabas?- Sandra le miró sin comprenderle.
- ¿Cómo?
- Ya sabes, cuando te bes...cuando pasó eso de la playa. Me dijiste que a veces pensabas algo
pero no me dijiste el qué.
- Pino, no sé de me hablas ponme en situación.
- Pues....antes de que.....antes de eso que pasó- Pino se sentía incapaz de mirar a Sandra a la cara.
- ¿Te refieres al beso?.
- Em, si, eso- se sentía incomodo hablando de eso, pero necesitaba saberlo.
- Bueno no lo recuerdo muy bien la verdad.
- ¿Te paso el recuerdo?-Pino la miro a las ojos y le cogió las manos intentando mostrar su apoyo. Sandra parpadeó deprisa, nerviosa.
- ¿Quieres saberlo, de verdad?
- Sí, claro. Es importante para mi. - Sandra lo pensó por unos instantes y llego a una conclusión.
- Esta bien, lo hare por ti.
- Veamos..- Pino puso su mano en el hombro de Sandra y cerró los ojos, pasándole el recuerdo. Ella cerró los ojos, estaba otra vez en esa playa bañándose, cerca de Pino. El recuerdo pasó, ya sabía a lo que él se refería. La imagen se disipó rápidamente, solo se había visto lo necesario del recuerdo, ni siquiera había dado tiempo a que pasara lo del beso. Ella abrió los ojos de repente.
- Y ¿bien?
- Pues.... -Sandra no sabía como decirle eso.- Bueno, me cuesta decir esto, entiende que ese día estaba triste y por eso pensaba determinadas cosas que ahora no sé si pienso. En este momento me resulta imposible sentirme de la manera en la que me sentí el otro día.- Eso era cierto, lo suyo con Erik había avanzado mucho.
- ¿Pero qué era lo que pensabas?
- Pues.. ¿quieres que te lo diga realmente, aunque ya no lo piense?
- Si
- Bueno, pues la frase decía que eres lo casi lo único bueno que tenía en el mundo y que te quiero mucho
y que a veces pensaba que...- Sandra hizo el esfuerzo por contestar, aún sabiendo que en esos momentos se estaba traicionando a si misma porque ella quería a Erik.- Tu podrías ser la persona con quien yo decidiera estar para el resto de mi vida porque lo de Erik pasará, porque no tiene futuro y cuando el no esté
se que me enamonare de ti. Eso quería decirte, pero no pude.- Sandra bajó la mirada.Los ojos de Pino se llenaron de lágrimas y tragó saliva; empezó a decir algo, pero se calló, y abrazó a Sandra. Ella le correspondió y luego se apartó.
- Pero... Pino ya no sé si siento eso.- Sintió un pinchazo de dolor en el corazón al decirle eso. Pero tenía que serle sincera, después de lo que había pasado con Erik, no podía pensar eso.
- Bueno....de todas formas, gracias - Pino apartó la mirada para secarse una lágrima. Sandra notó aquello.
- Quiero decir que ya no estoy segura de creer que lo de Erik no tenga futuro- Intentó consolarle, pero eso no eran palabras de consuelo para Pino. -¿Pero sabes una cosa? Si no pudiera estar con el querría estar contigo, ambos sois las personas que más quiero en este mundo.
- No puedes imaginarte cuanto te quiero pequeña.
- Si, me lo imagino, no todo el mundo mata por amor
- De todas formas, me has prohibido que lo vuelva a hacer- Pino la sonrió.
- Si, pero si crees que debes hacerlo, hazlo.Te voy a querer igual, como el chico que si hubiera llegado antes
podría haber sido algo más que mi mejor amigo.- Pino la mira sorprendido.
-¿ Estas segura?
- Completamente.
- Te quiero, Sandra- Pino le dedica una media sonrisa y ella le regala un beso en la mejilla. Pino la acaricia con ternura- Venga, vamos a la playa los dos ¿vale?- Ella cierra los ojos disfrutando del tacto de los dedos de Pino. Después los abre.
-Vale. Vamos.
Sandra Palacios en colaboración con El Príncipe
-Vale. Vamos.
Sandra Palacios en colaboración con El Príncipe
martes, 20 de septiembre de 2011
El asesino
9/09/11
Héroes
Las lagrimas le recorrían las mejillas, húmedas y cálidas contra su piel, dejando rastros brillantes por todo su rostro. Caminaba deprisa por los pasillos del hotel. Era difícil seguir andando e ignorar los desesperados gritos de Pino, que aullaba su nombre desde la puerta de la habitación.
Héroes
Las lagrimas le recorrían las mejillas, húmedas y cálidas contra su piel, dejando rastros brillantes por todo su rostro. Caminaba deprisa por los pasillos del hotel. Era difícil seguir andando e ignorar los desesperados gritos de Pino, que aullaba su nombre desde la puerta de la habitación.
Aun resonaban en su cabeza las palabras de Pino. "Si, he matado a dos hombres. Pero lo he hecho por ti, por vosotros. No pienso consentir que os hagan daño. Os voy a proteger cueste lo que cueste." Cerró los ojos, tratando de evitar que las lágrimas siguieran deslizándose a través de sus párpados, pero fue en vano. Se las secó con el dorso de la mano y se dirigió a la habitación que compartía con Paqui. Afortunadamente cuando llegó no había nadie en la sala. Sandra se tiró encima de la cama, abatida y confusa. No podía dejar de pensar en lo sucedido. No sabía que le resultaba más doloroso, si que Pino se dedicase a salir por las noches a cazar seres humanos, personas con sueños y esperanzas, o que haciéndolo se arriesgase constantemente a recibir un disparo. El agudo timbre del teléfono la sacó de sus ensoñaciones. Dejó que sonase durante algunos segundos. Sabía perfectamente quien llamaba, no le hacía falta revisar el número. No estaba segura de querer hablar con él. Pero finalmente contestó.
-¿Qué quieres?- preguntó secamente.
-Pedirte perdón. Lo siento -la voz de Pino sonaba insegura, como si no supiese muy bien que se suponía que debía decir- Tendría que habértelo contado de otra forma. Oye espera...-le parecía haber oído un sollozo al otro lado de la línea- ¿estás llorando?
-Sí, déjame en paz -le gritó antes de colgar.
Pino miró el auricular, sorprendido por la reacción de Sandra. No entendía que estaba pasando. Nunca había visto a Sandra reaccionar así; de hecho, nunca la había visto realmente enfadada, y no sabía como actuar. ¿Debía volver a llamarla o dejarla tranquila?.
-Joder...- Cogió el teléfono sin mucho aplomo y marcó de nuevo el número de su habitación. Sandra fulminó con la mirada al dichoso aparato, dudando entre coger o dejar que Pino siguiese llamándola toda la noche. Acabó decidiéndose por contestar la llamada y dejarle las cosas claras a Pino.
- A ver , ¿qué parte de déjame en paz no has entendido?
-La parte en la que estás llorando y yo tengo que hacer como si nada -Pino se arrepintió inmediatamente de la dureza de sus palabras- Sandra, siento muchísimo esto.
- Ya, haberlo pensado mejor ¿no?- replicó despectivamente.
-Sandra, he dicho que siento que estés llorando y haberte hecho daño con lo que te he contado, no que sienta haber hecho lo que hice. Haré lo que sea por defenderte, quieras tu o no.
-Vale -la voz de Sandra era cada vez más agria- pues yo no se si quiero ser la amiga de un asesino.
-Sandra, por Dios, no me digas eso, por favor.-Pino se estaba empezando a asustar. Había dado por sentado que lo de Sandra no era más que una rabieta y que se le pasaría rápido, pero lejos de calmarse el enfado de Sandra iba cogiendo fuerza por momentos.- No puedes dejar de quererme solo por esto. Sandra ya se estaba empezando a hartar de toda la situación.
- ¿Y qué te digo?,¿qué quieres que haga, Pino? ¿te doy la enhorabuena por ser un asesino? O mejor, ¿me hago la tonta como si no pasara nada?
-Si no quieres saber lo que hago, no preguntes Sandrita, por favor. No digo que te hagas la tonta, solo digo que no vuelvas a preguntarme por este tema.
Aquellas palabras molestaron a Sandra. ¿Se suponía que debía ignorar el hecho de que las manos con que Pino la acariciaba con dulzura todos los días estaban ahora húmedas por la sangre con que las había manchado? Era imposible olvidarlo, era imposible mirarle ahora a los ojos sin el convencimiento de que estaba observando a un asesino .Era mucho más de lo que ella podía soportar.
-No te preocupes que no te voy a preguntar nada de esta tema y de ningún otro. Adiós- Su tono era firme pero se notaba que seguía llorando.Estaba a punto de colgar el teléfono pero la voz de Pino le impidió hacerlo.
- Sandra, escúchame. Por favor Sandra, te quiero muchísimo. No te vayas de mi vida y menos por esta idiotez.
Sandra no podía creer lo que acababa de oír.
-¿Idiotez? ¿Te parece una idiotez matar a dos personas?
-No, me parece una idiotez que dejes de hablarme por protegeros a ti y a decenas de niños de todo el mundo. No he hecho nada malo.
- Si, asesinar a dos personas. Eso es malo, denota vacío de alma- replicó enfadada. " Y no quiero que te pase nada Pino, te juegas la vida y si te pierdo..., me muero." Pensó decirle eso pero su orgullo se lo impidió. Estaba enfadada y no podía flaquear todavía.
-No, matar a la familia de alguien, como ellos hicieron con la mía, eso es malo. Yo solo os he defendido y tengo mi alma perfectamente. Y aunque así no fuese no me importa, no me importa mi alma, me importáis vosotros. Si tengo que perder mi humanidad por defenderos que así sea.
A Sandra aquellas palabras le parecieron preciosas y algo se agitó en su corazón. Después de todo, Pino era su mejor amigo, y había cometido esos asesinatos por amor, en un intento desesperado por mantenerla alejada de cualquier peligro. Pero estaba tan enfadada que no le llegaron lo suficiente como para perdonarle en ese momento.
-Ya, pero yo no quiero verlo. Haz lo que quieras, pero yo no voy a ver como una de las personas que más quiero en esta vida se convierte en un asesino.
- ¿Y cuál es la solucion? ¿Echar a esa persona de tu vida?
Sandra se lo pensó antes de contestar.
- Si, quizá si- nuevas lágrimas recorrían el rostro de Sandra. Pensar siquiera en perderle era demasiado doloroso.
-Sandra, por favor, si vas a enfadarte conmigo hazlo, pero no llores lo que sea menos eso- nada afectaba más a Pino que el sonido de los sollozos de Sandra, que se le clavaban en el alma con la fuerza de un puñal. Pero tampoco podía decirle que se arrepentía, ni que no lo volvería a hacer. No era capaz de mentir a Sandra
- Ya, que no llore -Sandra se rió con amargura.- ¿Y qué debo hacer, reír? ¿Celebrar que mi mejor amigo es un asesino?
-No joder....yo solo.....joder yo....lo siento, lo siento mucho.
- No, el problema es que no lo sientes.
-Si, siento haberte hecho daño, no te puedes imaginar cuanto.
-Ya- Sandra ya no sabía que más decirle y se quedó callada pensando en como continuar la conversación. Pino esperó a que siguiese la frase, y al ver que no decía nada, empezó a ponerse cada vez más nervioso. El silencio le envolvía como una enorme red, gruesa y oscura, que le asfixiaba, le aplastaba contra la cama sobre la que estaba tumbado.
Optó por romperlo.
-Sandra, dime algo por Dios
-Mira Pino, se que sientes hacerme daño, lo sé, pero es que....- se detuvo, intentando evitar que su voz pareciese demasiado llorosa- también se que vas a seguir matando y yo no puedo ver como te conviertes en un asesino.
- No lo veas...-Pino era incapaz de ver lo absurdo de sus palabras, lo ridículo de pedirle a una de las personas que más le apreciaba en el mundo que apartase la vista cada vez que cometía un asesinato.
- Pino, no puedo mirar hacia otro lado.
- Sandra, te juro que no te contare nada más. Pero por favor Sandra sigue conmigo.
A Sandra le pareció percibir como si Pino de un momento a otro fuera también a empezar a llorar.
- No puedo, Pino, no puedo soportar la idea de que me sonrías por las mañanas y luego por las noches te dediques a matar gente, no puedo. No quiero un amigo así.
Las manos de Pino estaban tensas como garras en torno al teléfono. A pesar de que estaba respirando agitadamente, sentía que le faltaba el oxígeno, que se ahogaba en la habitación, como si el auricular se hubiera aferrado con fuerza a su garganta, intentando estrangularle. No podía soportar esas palabras, y lo que significaban. Y mucho menos si venían de ella.
- Si el que no me vuelvas a hablar es la condición para que estés a salvo, lo acepto.
- Quizá lo sea -Pino sintió clavarse una esquirla de hielo en su pecho.- Pino, yo prefiero estar en peligro
y que seas el chico de siempre a estar a salvo y tener un asesino como amigo.
- Sandra, y yo prefiero morir sin tenerte al lado, a que estes en peligro- Sandra sacó la lengua pensativa y se mojó los labios.
- Ya... lo siento Pino, pero no puedo.
- Sandra, por favor, te lo suplico
- Pino... no puedo, no puedo olvidar esto. Te quiero mucho pero esto supera mis fuerzas, yo... lo siento- Sandra sollozó con mucha más fuerza al otro lado de la línea. Pino intentaba tragarse las lágrimas.
-Por favor Sandra, por favor, te quiero, no llores por favor, perdóname... perdóname -Pino se odiaba a sí mismo por hacer sufrir a Sandra, pero cada vez que por su mente cruzaba la idea de dejar la caza, pasaba al instante siguiente la imagen de Sandra andando por la calle, de noche, y con una furgoneta negra a sus espaldas. No. No podía. Sabía como hacer que Sandra dejase de llorar, pero no podía. Y, con ese convencimiento en el alma, trató de bloquear su dolor y su pena, que corrían ya a raudales por sus mejillas.
- No se como hacerlo.
- Y apartándote de mi no aprenderás- Sandra meditó las palabras de Pino. Lo que decía era verdad, pero ella no estaba segura de si deseaba aprender a querer a un asesino.
- Ya, déjame pensarlo. Ahora no puedo contestarte. No puedo prometerte que te voy a perdonar, sabiendo que lo volverás a hacer. - En el corazón de Pino todavía se albergaba una esperanza, como una pequeña cerilla tratando de iluminar la inmensa oscuridad de una caverna.
- Sandra, prométeme que me sigues queriendo al menos. Por favor, prométemelo.
- Te prometo que lo voy a intentar Pino, pero no sé si seré capaz de quererte igual- la voz de Sandra era firme.
-Joder- Sandra pudo notar como Pino se echaba a llorar y poco después escuchó como se cortaba la línea. Se quedó un rato con el teléfono en la oreja, esperando que Pino volviese a llamar. Finalmente, colgó el aparato. Miró a la habitación sin verla, y se dejó caer de espaldas en la cama. Se agarró a la almohada, y enterrando la cara en ella, empezó a sollozar.
Sandra Palacios en colaboración con El Príncipe
- ¿Y qué te digo?,¿qué quieres que haga, Pino? ¿te doy la enhorabuena por ser un asesino? O mejor, ¿me hago la tonta como si no pasara nada?
-Si no quieres saber lo que hago, no preguntes Sandrita, por favor. No digo que te hagas la tonta, solo digo que no vuelvas a preguntarme por este tema.
Aquellas palabras molestaron a Sandra. ¿Se suponía que debía ignorar el hecho de que las manos con que Pino la acariciaba con dulzura todos los días estaban ahora húmedas por la sangre con que las había manchado? Era imposible olvidarlo, era imposible mirarle ahora a los ojos sin el convencimiento de que estaba observando a un asesino .Era mucho más de lo que ella podía soportar.
-No te preocupes que no te voy a preguntar nada de esta tema y de ningún otro. Adiós- Su tono era firme pero se notaba que seguía llorando.Estaba a punto de colgar el teléfono pero la voz de Pino le impidió hacerlo.
- Sandra, escúchame. Por favor Sandra, te quiero muchísimo. No te vayas de mi vida y menos por esta idiotez.
Sandra no podía creer lo que acababa de oír.
-¿Idiotez? ¿Te parece una idiotez matar a dos personas?
-No, me parece una idiotez que dejes de hablarme por protegeros a ti y a decenas de niños de todo el mundo. No he hecho nada malo.
- Si, asesinar a dos personas. Eso es malo, denota vacío de alma- replicó enfadada. " Y no quiero que te pase nada Pino, te juegas la vida y si te pierdo..., me muero." Pensó decirle eso pero su orgullo se lo impidió. Estaba enfadada y no podía flaquear todavía.
-No, matar a la familia de alguien, como ellos hicieron con la mía, eso es malo. Yo solo os he defendido y tengo mi alma perfectamente. Y aunque así no fuese no me importa, no me importa mi alma, me importáis vosotros. Si tengo que perder mi humanidad por defenderos que así sea.
A Sandra aquellas palabras le parecieron preciosas y algo se agitó en su corazón. Después de todo, Pino era su mejor amigo, y había cometido esos asesinatos por amor, en un intento desesperado por mantenerla alejada de cualquier peligro. Pero estaba tan enfadada que no le llegaron lo suficiente como para perdonarle en ese momento.
-Ya, pero yo no quiero verlo. Haz lo que quieras, pero yo no voy a ver como una de las personas que más quiero en esta vida se convierte en un asesino.
- ¿Y cuál es la solucion? ¿Echar a esa persona de tu vida?
Sandra se lo pensó antes de contestar.
- Si, quizá si- nuevas lágrimas recorrían el rostro de Sandra. Pensar siquiera en perderle era demasiado doloroso.
-Sandra, por favor, si vas a enfadarte conmigo hazlo, pero no llores lo que sea menos eso- nada afectaba más a Pino que el sonido de los sollozos de Sandra, que se le clavaban en el alma con la fuerza de un puñal. Pero tampoco podía decirle que se arrepentía, ni que no lo volvería a hacer. No era capaz de mentir a Sandra
- Ya, que no llore -Sandra se rió con amargura.- ¿Y qué debo hacer, reír? ¿Celebrar que mi mejor amigo es un asesino?
-No joder....yo solo.....joder yo....lo siento, lo siento mucho.
- No, el problema es que no lo sientes.
-Si, siento haberte hecho daño, no te puedes imaginar cuanto.
-Ya- Sandra ya no sabía que más decirle y se quedó callada pensando en como continuar la conversación. Pino esperó a que siguiese la frase, y al ver que no decía nada, empezó a ponerse cada vez más nervioso. El silencio le envolvía como una enorme red, gruesa y oscura, que le asfixiaba, le aplastaba contra la cama sobre la que estaba tumbado.
Optó por romperlo.
-Sandra, dime algo por Dios
-Mira Pino, se que sientes hacerme daño, lo sé, pero es que....- se detuvo, intentando evitar que su voz pareciese demasiado llorosa- también se que vas a seguir matando y yo no puedo ver como te conviertes en un asesino.
- No lo veas...-Pino era incapaz de ver lo absurdo de sus palabras, lo ridículo de pedirle a una de las personas que más le apreciaba en el mundo que apartase la vista cada vez que cometía un asesinato.
- Pino, no puedo mirar hacia otro lado.
- Sandra, te juro que no te contare nada más. Pero por favor Sandra sigue conmigo.
A Sandra le pareció percibir como si Pino de un momento a otro fuera también a empezar a llorar.
- No puedo, Pino, no puedo soportar la idea de que me sonrías por las mañanas y luego por las noches te dediques a matar gente, no puedo. No quiero un amigo así.
Las manos de Pino estaban tensas como garras en torno al teléfono. A pesar de que estaba respirando agitadamente, sentía que le faltaba el oxígeno, que se ahogaba en la habitación, como si el auricular se hubiera aferrado con fuerza a su garganta, intentando estrangularle. No podía soportar esas palabras, y lo que significaban. Y mucho menos si venían de ella.
- Si el que no me vuelvas a hablar es la condición para que estés a salvo, lo acepto.
- Quizá lo sea -Pino sintió clavarse una esquirla de hielo en su pecho.- Pino, yo prefiero estar en peligro
y que seas el chico de siempre a estar a salvo y tener un asesino como amigo.
- Sandra, y yo prefiero morir sin tenerte al lado, a que estes en peligro- Sandra sacó la lengua pensativa y se mojó los labios.
- Ya... lo siento Pino, pero no puedo.
- Sandra, por favor, te lo suplico
- Pino... no puedo, no puedo olvidar esto. Te quiero mucho pero esto supera mis fuerzas, yo... lo siento- Sandra sollozó con mucha más fuerza al otro lado de la línea. Pino intentaba tragarse las lágrimas.
-Por favor Sandra, por favor, te quiero, no llores por favor, perdóname... perdóname -Pino se odiaba a sí mismo por hacer sufrir a Sandra, pero cada vez que por su mente cruzaba la idea de dejar la caza, pasaba al instante siguiente la imagen de Sandra andando por la calle, de noche, y con una furgoneta negra a sus espaldas. No. No podía. Sabía como hacer que Sandra dejase de llorar, pero no podía. Y, con ese convencimiento en el alma, trató de bloquear su dolor y su pena, que corrían ya a raudales por sus mejillas.
- No se como hacerlo.
- Y apartándote de mi no aprenderás- Sandra meditó las palabras de Pino. Lo que decía era verdad, pero ella no estaba segura de si deseaba aprender a querer a un asesino.
- Ya, déjame pensarlo. Ahora no puedo contestarte. No puedo prometerte que te voy a perdonar, sabiendo que lo volverás a hacer. - En el corazón de Pino todavía se albergaba una esperanza, como una pequeña cerilla tratando de iluminar la inmensa oscuridad de una caverna.
- Sandra, prométeme que me sigues queriendo al menos. Por favor, prométemelo.
- Te prometo que lo voy a intentar Pino, pero no sé si seré capaz de quererte igual- la voz de Sandra era firme.
-Joder- Sandra pudo notar como Pino se echaba a llorar y poco después escuchó como se cortaba la línea. Se quedó un rato con el teléfono en la oreja, esperando que Pino volviese a llamar. Finalmente, colgó el aparato. Miró a la habitación sin verla, y se dejó caer de espaldas en la cama. Se agarró a la almohada, y enterrando la cara en ella, empezó a sollozar.
Sandra Palacios en colaboración con El Príncipe
martes, 6 de septiembre de 2011
Feliz Cumpleaños -Do you know what you got into?
Héroes
07/09/11
Las luces de la discoteca ataca las pupilas en flashes blancos de centésimas de segundo, una y otra vez.
Las manos arriba.
Los cuerpos moviéndose al ritmo de la música.
Saltando y entrelazándose.
Hace algo de calor pero el fresco de los vasos de plástico con la bebida insensibilizan los dedos.
Erik deja escapar un grito de alegría cuando echan un poco de agua en la pista, como muchos otros que bailan ahí.
Da el último trago al ron que se ha pedido y sigue bailando.
A veces vale la pena envolverse por todo lo que les rodea.
Esa es una de esas.
Didi le sonríe bailando en frente de él.
Se mueve con gracia mientras le mira y sonríe.
Le coloca las manos sobre los hombros.
Eric la sigue.
>>Party rock is in the house tonight
Everybody just have a good time
And we gon’ make you lose your mind
We just wanna see you... Shake that!...<<
Come on boy, come and get in the
rhythm music will take you high
What I'm feeling about you
I love you, don't know why
Everybody come and get in the
rhythm music will take you high<<
07/09/11
Las luces de la discoteca ataca las pupilas en flashes blancos de centésimas de segundo, una y otra vez.
Las manos arriba.
Los cuerpos moviéndose al ritmo de la música.
Saltando y entrelazándose.
Hace algo de calor pero el fresco de los vasos de plástico con la bebida insensibilizan los dedos.
Erik deja escapar un grito de alegría cuando echan un poco de agua en la pista, como muchos otros que bailan ahí.
Da el último trago al ron que se ha pedido y sigue bailando.
A veces vale la pena envolverse por todo lo que les rodea.
Esa es una de esas.
Didi le sonríe bailando en frente de él.
Se mueve con gracia mientras le mira y sonríe.
Le coloca las manos sobre los hombros.
Eric la sigue.
>>Party rock is in the house tonight
Everybody just have a good time
And we gon’ make you lose your mind
We just wanna see you... Shake that!...<<
Hoy cumple, él - Erik, cumple 20 años. Y el mejor plan ha sido ir a una discoteca.
Como regalo de cumple las bebidas son gratis y la entrada rebajada.
Que fiesta.
Él se mueve con las manos hacia arriba. Camiseta negra ajustada, como le gusta, pantalones vaqueros y deportivas blancas altas. El cabello castaño en cresta y el pendiente de cristal dejando escapar destellos.
Se besan.
No porque estén enamorados, no porque sean pareja, simplemente lo hacen porque es lo que se hace.
Entrelazando sus lenguas.
Bueno, puede que ella si que esté enamorada... o solo pillada.
Pero él tiene cosas mejores en las que pensar.
Hoy el objetivo es: "el desfase"
Tiene la total excusa de hacerlo.
¡Es su día!
¡A la mierda todo!
¡Hoy solo quiere ponerse hasta el culo de bebida y fumar!
¡Bailar y pasárselo de puta madre!
Sonríe.
Joder, no recuerda un cumpleaños más de puta madre que este.
Bueno, tampoco sus cumpleaños han sido gran cosa en su vida.
Por un instante Raúl se le pasa por la mente.
¿Cómo estará su gemelo celebrando su cumpleaños?
Un momento.
¡Qué le jodan!
¡Esa boche se va a centrar en él mismo!
¡A la mierda el gilipollas de Raúl!
Se acerca un chaval que se llama Andrés.
Un "amigo".
-¡Tiioo! ¡Ya me gustaría que mis cumpleaños fuesen así! ¡Qué hijo putaa!
Erik ríe y le empuja.
Didi sonríe.
-Pues podría mejorar...-le propone.
-¡Eh! ¡El cumpleañero!-dice Naia plantándose al lado de Erik- Vaya fiesta, ¿eh?
-De puta madre-ríe Erik contento.
-No te he visto tan contento sin fumarte nada... ¡en la vida!
Bailan.
Una chica se acerca.
Naia alza las cejas con una sonrisa torcida.
-¡Eh, Erik! ¡Aún no te he dado tu regalo de cumpleaños!-le dice la chica mientras se le acerca y después le planta los labios sobre los de él.
¡Tiooooo!
¡QUE PEDAZO NOCHEEEEE!
¡COJONUDAAA!
Hoy marcará su record de lios en una noche.
Son las 23.14 y ya lleva quince pavas.
Erik sonríe cuando la chica se aparta.
Didi la fulmina con la mirada.
-¡Vaya, hoy es tu día de suerte!-dice Naia.
-Siempre tengo la suerte en la palma de la mano-guiña un ojo Erik.
**
-Sandra. ¿Qué te pasa preciosa?-pregunta Pino acercándose a ella. Está llorando- ¿Estás bien?
-No, no estoy bien-responde ella irritada- Si te parece lloro de alegría...
-¿Y qué es lo que te pasa pequeña?-pregunta.
Siente en el corazón un pinchazo.
Dios.
Que no llore por favor.
Sandra se aparta una lagrima pero no puede evitar seguir llorando.
-Por favor, no llores-David la abraza.
Sintiendo su cuerpo con sollozos.
-¿Cómo quieres que no llore?-pregunta ella entre sollozos- Erik pasa de mí-con un ademán de la cabeza le señala.
Como no, se está morreándo con otra.
-Yo ya no le entiendo-niega Sandra.
-Pero... es lo de siempre, ¿no?-dice Pino.
SIEMPRE pasa de ella.
Es cuestión de VISTA.
-Sí, supongo que sí-se sorbe ella- Ayer todo era perfecto pero parece que hoy es como siempre-replica más para ella que para David.
-¿Ayer? ¿A qué te refieres?
-Bueno, parecía que había cambiado de opinión... Pero hoy ya ha demostrado que no.
La música también les envuelve pero les molesta.
Es como si les sobrase.
Pino deja su vaso de bebida a sus pies.
-Tal vez lo imaginaste.
-No, me lo dejó claro. Todo parecía diferente-solloza Sandra.
-Quizás...-intenta consolarla él.
-No sé como lo hace pero siempre todo termina jodiendose-Sandra sin evitarlo llora más fuerte.
Que idiota.
Es un maldito idiota.
Un maldito idiota que la tiene pilladísima.
Hasta la médula.
-Quizás...-Pino calla. Frunce el ceño- Quizás le gustan más lanzadas... Tu eres muy tímida.
-Ya pero yo no soy así. Así es Didi.
-Inténtalo-dice Pino.
Él si que es idiota.
Tirándose piedras sobre su tejado.
Pero es que ella está tan... hundida...
-Soy como soy-contesta Sandra- Ojalá fuese como Didi-dice con un poco de rencor- pero no lo soy.
Hay un silencio entre ellos mientras la canción cambia.
>>All the people tonight
put your hands in the skyCome on boy, come and get in the
rhythm music will take you high
What I'm feeling about you
I love you, don't know why
Everybody come and get in the
rhythm music will take you high<<
-No lo entiendo. Ayer parecía...-Sandra se pasa el dorso de la mano por la nariz- parecía quererme y hoy... Bueno, salta a la vista como se enrolla con cada chica.
Así era.
Una nueva chica.
Sin duda Erik estaba haciendo record.
-Ya te he dicho que Erik le gustan más lanzadas, si tú...-sigue David.
-Ya fui lanzada ayer. Ya fui detrás de él. Hoy no-replica furiosa, se seca las lágrimas. Maldito gilipollas- Que le den por el culo.
-Es un poco extraño que digas que le den por el culo cuando lloras por su culpa, ¿no crees?-Pino la estrecha con su mano el hombro- Mira Sandrita, si de verdad le quieres- un peso cae en su estómago al decir todo eso- Ve tras él. Sé como Didi esta noche.
Sandra niega con la cabeza.
-No puedo...-bebe de su refresco con algo de dificultad- Me es imposible ser alguien que no soy.
Silencio de nuevo.
Pino suspira y mete sus manos en sus bolsillos.
Su mano izquierda roza una bolsita...
Una idea fugaz se le pasa por al mente y toma forma rápidamente.
Y si...
No.
Pero ella...
Sí, eso es.
Es lo mejor.
-Tal vez lo que necesitas es ayuda-dice simplemente cerrando sus dedos sobre la bolsita- Oye... ¿Esa no es Paqui liándose con un tío?-intenta decir con la mayor credulidad.
Sandra tuerce un poco el tronco y mira sobre su hombro.
Con mano rapida David echa el contenido de la bolsa en el ron de su amiga.
Ella frunce el ceño y le mira.
Pino deja caer disimuladamente la bolsa al suelo.
-Que va-responde ella.
-Jaja, ha debido ser la bebida. Creo que bebí mucha ya... Me lo había parecido-ríe.
Sandra lo hace, pero sin muchas ganas.
-Bueno pero... pero tu no has bebido nada-dice él- tienes el ron entero.
-Ya.
-¿Y no tienes sed? Con este calor...
-No es que... no me apetece. No tengo sed, beber me hace sentir más deprimida. Creo que me voy a ir- Sandra va a dejar el refresco.
Pino la coge del brazo impidiéndola que deje el vaso.
-No Sandra. Espera, quédate un poco más... pásatelo bien. Ya sabes, baila un poco, bebe. Lo que se hacen en las fiestas-Pino hace un puchero-por favor, quiero quedarme contigo.
-Esto es lo menos parecido a una fiesta-dice ella mirando hacia Erik.
David la coge d ela barbilla.
-Hagamos entre los dos que lo sea. Venga, bébete el refresco y vamos a bailar-la sonríe.
-Si bebo más me voy a emborrachar...
-Vamos Sandra-ríe Pino intentando que su risa no sea hueca- De aquí eres la que más control sobre tu mente tienes...
-Ya pero...-Sandra echa una fugaz mirada a Erik.
Él está en su faena con una rubia imponente.
Sandra frunce los labios y de un trago se bebe el ron.
Pino sonríe, sabiéndo que ya no hay anda que hacer.
A cavado su propia tumba.
-¿Ves? Venga... Bailemos...
Sandra asiente y le sigue a la pista de baile.
**
Erik baila con una sonrisa en el rostro.
Le tocan el hombro.
Se da la vuelta para encontrarse con Pino.
La sonrisa muere en su rostro.
-¿Qué quieres?-le pregunta seco.
-¿No puedo felicitarte?-dice él disimulando.
-Ya lo has hecho, pírate-le espeta.
-Oye Erik-murmura Pino- Tranquilízate. He venido para decirte que Sandra quiere hablar contigo.
-¿Conmigo? ¿Y de qué quiere hablar? ¿Necesita un cartero?
-No-gruñe Pino- está fuera. Esperándote. Supongo que quiere felicitarte-dicho esto se da la vuelta y evita a Naia quien le mira con los ojos achinados.
-¿Qué quería ese pipa?-pregunta la chica.
-Nada-responde Erik bebiéndose la bebida alcohólica y dándole el vaso a Naia- Ahora vuelvo.
Se da la vuelta y entre la gente se dirige a la salida.
Naia gruñe y da los vasos a Didi.
Ella se va hacia el otro lado de la disco.
**
El aire le da en la cara al salir de la discoteca.
Un escalofrío le recorre.
Allí hay gente fumando y hablando.
Puede oír el sonido del paseo marítimo cerca.
Huele a mar.
Mira a los lados.
¿Dónde...?
La ve allí.
Apoyada en una esquina.
Se acerca a ella.
Sandra le sonríe con los ojos brillantes.
-¿Qué quieres? Pino me ha dicho que querías habl...
Ella le interrumpe besándole.
Erik se queda de piedra durante unos instantes pero corresponde.
Sandra cierra los ojos.
Le coge de la nuca.
Roza con avidez su lengua.
Bebiendo de él.
Sedienta.
Erik frunce el ceño y la aparta.
-Sandra...
-¿Sí?-ella enreda sus dedos en el pelo castaño de él y se muerde el labio.
Siente calor entre las piernas que sube por su cuerpo.
Como si tuviese fiebre.
Una fiebre terriblemente erótica.
"¿Pero a ésta que le pasa?" se pregunta él.
-¿Estás... bien?-la pregunta.
Ella se retuerce bajo un escalofrío.
Y aprieta su mano en la nuca de él y cuela la punta de los dedos en el borde del pantalón de Erik.
-Claro que sí...-hace ademán de besarle.
Él la para.
Ella no es así.
Nunca lo ha sido.
-No, en serio.
-En serio-gime ella deseosa- No me pasa nada.
-¿Qué te han dado?
-¡Que no me han dado nada!-casi grita ella apretándose más contra él- ¿Nunca has visto una tía con un calentón? ¿Eh?
Erik no responde.
Sandra tiene las mejillas coloradas.
Y esos ojos tan brillantes.
Tan decidida.
Dios...
Que caliente.
A él le da una sacudida en el pantalón.
Jesús.
-¿Eh?-gime ella acercándose de nuevo a los labios de él.
Se besan, entrelazando sus lenguas sin pudor alguno.
Ella le aprieta contra su cuerpo y le devora.
Joder.
Joder con la Sandrita.
Está consiguiendo...
Erik la coge de la muñeca y la separa.
-Ven-dice con voz ronca.
Se alejan de la discoteca.
Giran a la izquierda a unas calles de distancia.
Un callejón les da la bienvenida.
Al fondo está oscuro y apenas se puede ver.
Erik la lleva hasta allí, protegidos por la aparente oscuridad.
Suficientemente iluminado para verse las siluetas y los rasgos levemente.
A él no le importa.
Ella es un mapa de colores.
Calientes.
Ardientes.
Rojo.
Amarillo.
Naranja.
La acorrala contra una de las paredes del callejón y la atrapa los labios.
Todo se descontrola.
>>So hot
Out the box
Can we pick up the pace?
Turn it up,
Heat it up
I need to be entertained
Push the limit
Are you with it?
Baby, don’t be afraid
I’ma hurt ‘ya real good, baby<<
Ella le agarra por los hombros.
Sintiendo oleadas incontrolables por todo el cuerpo.
Cada roce de él es...
Un mar de lenguas de fuego.
Recorriéndola entera.
Siente las manos de Erik por todo su cuerpo.
De repente el vestido que lleva le molesta.
A ella y a él.
>>Let’s go
It’s my show
Baby, do what I say
Don’t trip off the glitz
That I’m gonna display
I told ya
I’ma hold ya down until you’re amazed
Give it to ya ’til your screaming my name<<
Ataca el cuello de ella.
La siente caliente bajo sus labios.
Se estremece.
Nunca la ha sentido tan...
¿Sexy?
Sí, esa es la palabra.
Sexy.
Sandra está que arde.
No se para a pensar el por qué.
Él es el destinatario de todo ese deseo.
No va a desperdiciarlo.
Cuela sus manos bajo la falda de ella.
Sandra gime cuando nota los dedos de Erik rozándole los muslo internos.
Aprieta con más fuerza su agarre.
Le obliga a besarla.
Él corresponde con un ronco resoplido.
>>No escaping when I start
Once I’m in I own your heart
There’s no way you’ll ring the alarm
So hold on until it’s over
Oh, do you know what you got into?
Can you handle what I’m ’bout to do?
‘Cause it’s about to get rough for you
I’m here for your entertainment<<
Sandra gime.
Gime.
Eso a Erik le pone más aún si es posible, sintiendo que el pantalón definitivamente le molesta.
Arrastra la ropa interior de ella hacia abajo.
La siente temblar de deseo.
Se le pone la piel de gallina cuando siente las uñas de ella contra sus omoplatos cubiertos por la camiseta.
-Erik...-atina a decir ella con la voz acelerada y la respiración veloz.
Erik baja la ropa interior hasta la mitad de los muslos.
Ella le aparta y se la quita con rapidez, guardándola en uno de los bolsillos de los pantalones de él.
Sandra le besa y lleva sus manos al cierre del vaquero.
Erik gime cuando la cremallera es bajada.
>>Oh, I bet you thought that I was soft and sweet
‘Ya fallen angel swept ya off ya feet
Well I’m about to turn up the heat
I’m here for your entertainment
It’s alright
You’ll be fine
Baby, I’m in control
Take the pain
Take the pleasure
I’m the master of both
Close your eyes
Not your mind
Let me into your soul
I’ma work ya ’til your totally blown<<
Rápidamente lo pantalones dejan de ser el principal objetivo.
Él la agarra de la pierna y la sujeta con firmeza contra su cintura.
De un impulso ella entrelaza la siguiente.
La aprieta contra la pared.
Ella pasa sus brazos por encima de los hombros de él.
Las respiraciones aceleradas.
Erik deja escapar un gemido ronco cuando empieza a sentirse dentro.
Sandra siente un pinchazo de dolor, leve.
Las sensaciones que atacan su cuerpo son demasiado intensas y dejan el dolor en tercer plano.
Es tan...
Tan...
Gime al lado del oído de él.
Un escalofrío le recorre a ambos.
Erik durante unos segundos se queda quieto.
Mientras siente que el deseo les muerde.
-Erik...-gime ella antes de besarle- sigue... sigue...
Que voz.
>>No escaping when I start
Once I’m in I own your heart
There’s no way ‘ta ring the alarm
So hold on until it’s over
Oh, do you know what you got into?
Can you handle what I’m ’bout to do?
‘Cause it’s about to get rough for you
I’m here for your entertainment<<
Chispas en su cerebro, hace que salga humo.
Los nervios están siendo recorridos por mensajes de placer que hacen estremecer a los músculos.
Que la piel se ponga de gallina.
Que el pulso se acelere.
Que la garganta se dilate y deje escapar suspiros, resoplidos y roncos gemidos que salen de lo más hondo del placer.
Siente el agarre fuerte de ella y el rozar de su interior.
Siendo la autora de todos esas sensaciones.
>>Oh, I bet you thought that I was soft and sweet
‘Ya fallen angel swept ya off your feet
Well I’m about to turn up the heat
I’m here for your entertainment
Oh oh… mmm
Entertainment
Oh oh… Oh entertainment
I’m here for your entertainment<<
Siente el aliento de él contra su cuello.
Haciendo que se le ponga el cabello de punta.
Le siente dentro, duro, caliente.
Empujándola contra esa desconocida pared.
En ese lugar desconocido.
Hace que se estremezca.
Es imposible sentir tanto placer.
Imposible.
Cree que va a explotar.
Todo a perdido sentido alguno.
No hay tiempo.
Solo aquello.
Ese momento.
Cuando le siente suyo.
Más suyo que nunca.
Apenas se da cuenta de lo que está dejando atrás.
Apenas se da cuenta en lo que se está metiendo.
No la importa.
La envuelve.
Demasiado intenso.
>>Oohh
Do you like what you see?
Woah
Let me entertain ya ’till you scream
Oh, do you know what you got into?
Can you handle what I’m ’bout to do?
‘Cause it’s about to get rough for you
I’m here for your entertainment<<
El movimiento les catapulta hacia el séptimo cielo, hasta el octavo si es que insiste.
Demasiado caliente.
Todo quema
Quema.
Son llamas de fuego.
Un fuego que arde con demasiada intensidad.
Dos polos opuestos que se atraen.
Sin poder evitarlo.
Sin poder poner control a sus tentaciones.
Ella es tan...
Se besan.
Se sienten dentro de su boca.
Compartiendo el sabor de si mismos.
Se sienten unidos.
Con cada envestida, más adentro.
Más profundo.
Más ellos.
Gimen.
En la noche.
En aquel callejón.
>>Oh, I bet you thought that I was soft and sweet (bet ya thought)
‘Ya fallen angel swept ya off your feet
Well I’m about to turn up the heat (turn up the heat)
I’m here for your entertainment<<
Con fiebre.
Una fiebre que les quema por dentro.
Con la calefacción interior a tope.
Como un juego peligroso.
Uno del que una vez entras... no puedes salir.
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